«La Catedral», el lujoso penal de Pablo Escobar, será un geriátrico

La Catedral», la lujosa cárcel que se levantó para el narcotraficante colombiano Pablo Escobar cuando se entregó a las autoridades en 1991 y de la que después se fugó, se convertirá 20 años después en un hogar para ancianos sin recursos.

Escobar ocupó aquella prisión durante poco más de un año desde el 19 de junio de 1991 tras sellar un acuerdo con el entonces presidente César Gaviria, por el que el jefe del cartel de la droga de Medellín aceptaba quedar recluido a cambio de que el Gobierno revocara un tratado de extradición con Estados Unidos.

«La Catedral», ubicada en una aldea del municipio de Envigado, vecino a la ciudad de Medellín, contaba con lujosas habitaciones, salas de juego, gimnasio, una catarata natural y hasta cancha de fútbol, y tenía abiertas las puertas sin restricciones a familiares, amigos y socios del narcotraficante. Incluso, se dice que los fondos los puso el propio Pablo Escobar.

Con vistas privilegiadas sobre Medellín, desde esa celda de oro Escobar controlaba sus negocios mafiosos, ordenaba asesinatos, que se llevaban a cabo en el interior del mismo recinto, y celebraba fiestas en las que se derrochaba alcohol, drogas y mujeres junto a sus secuaces, algunos de ellos también «detenidos» en «La Catedral». Los medios le decían «Cárcel de Máxima Comodidad» en vez de máxima seguridad.

Cuando salieron a la luz estas actividades, Gaviria se vio obligado a trasladar a Escobar a una cárcel de verdad, pero el entonces mayor narcotraficante de Colombia se enteró de esa decisión y en la noche del 21 de julio de 1992 se «fugó». Se fue por los fondos de la cárcel, abiertos y sin seguridad.

Esa fue la segunda gran burla de Pablo Escobar que hizo de Gaviria el hazmerreir internacional y la vergüenza de los colombianos.

Con Escobar fugado, «La Catedral» quedó vacía y los vecinos de Envigado, convencidos de que sus muros escondían una fortuna, saquearon durante meses piedra a piedra el edificio. Nunca hallaron nada.

Durante años, las ruinas fueron un lugar de peregrinación para turistas, sobre todo extranjeros, y devotos de Pablo Escobar que solían acampar en la zona, mientras los más intrépidos seguían en busca de un tesoro que nunca exisitó.

El destino de «La Catedral» cambió de rumbo en 2007 con la llegada de un grupo de monjes benedictinos que levantaron entre los muros que quedaban en pie un espacio de oración.

Habían pasado quince años desde que Pablo Escobar se había escapado de su propia cárcel, construida sobre terrenos que eran de su propiedad, y la comunidad benedictina planteó a la Alcaldía de Envigado la posibilidad de crear un espacio turístico-religioso en un lugar donde abundaba «el pecado».

Así lo explicó el hermano Elkin Vélez, uno de los cuatro monjes benedictinos que viven en «La Catedral» prácticamente como ermitaños desde 2007, dedicados principalmente al estudio y a la oración.