Tripulantes del crucero Belgrano reivindicaron la soberanía argentina en Malvinas

Tras haber rendido homenaje a los 323 caídos de ese buque en el exacto lugar del Atlántico Sur donde en 1982 el barco fue torpedeado y hundido por un submarino británico, los tripulantes reclamaron la soberanía nacional sobre el archipiélago.
Tripulantes del crucero «General Belgrano», que este lunes homenajearon a los 323 caídos de ese buque en el exacto lugar del Atlántico Sur donde en 1982 el barco fue torpedeado y hundido por un submarino británico, reivindicaron la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.

Cuatro tripulantes del «Belgrano» y uno del destructor «Piedrabuena» que formó parte del rescate de los 770 sobrevivientes, habían embarcado este domingo en el puerto fueguino de Ushuaia en el rompehielos «Almirante Irízar» junto a una delegación encabezada por el ministro de Defensa, Jorge Taiana, para navegar rumbo a las coordenadas en las que el submarino británico HMS «Conqueror» hundió al crucero argentino a las 16.02 del 2 de Mayo de 1982.

Durante la navegación los veteranos compartieron sus experiencias y reflexiones con los cerca de 300 integrantes de la tripulación del «Irízar» que durante toda la travesía aprovecharon cada cruce con ellos para hacerles preguntas y exteriorizar demostraciones de afecto.

Alfredo Núñez, conscripto clase 62, contó en diálogo con Télam: «Yo estaba en artillería y guardo un muy buen recuerdo de la familia naval a bordo del crucero; todo iba muy bien hasta el momento en que nos torpedearon; jamás esperamos una tragedia tan repentina pero pudimos poner en práctica todo lo que nos enseñaron para poder sobrevivir».

Núñez recordó que «el hundimiento fue muy rápido, se fue a pique en menos de una hora y eso para un buque de esas dimensiones es muy poco tiempo; la balsa en la que estábamos nosotros se había roto y tuvimos que pasarnos a otra; el recuerdo traumático que me quedó de ese momento fue que como no entrábamos todos en la misma balsa hubo algunos que no se lograron subir, para ese momento ya estábamos muy mojados y a mí el frío apenas me dejaba mover».

«En la balsa pasamos casi dos días a la deriva, que fueron las peores horas de mi vida; estábamos en las manos de Dios con muchísimo frío. En la noche escuchamos los motores de aviones que después supimos que nos estaban buscando y horas después, cuando escuchamos las sirenas de los buques que venían a rescatarnos, sentimos que volvíamos a vivir», relató.

El veterano señaló: «Cuando llegaron los buques fue muy emocionante, sentí una adrenalina tan fuerte que a pesar de estar casi congelado pedí que me dejaran subir al buque por mis propios medios».

«En 40 años nunca había podido venir a este lugar de nuevo y por eso este homenaje es muy emotivo para mí; lo tomo con calma y me pone muy contento estar acá para recordar a los compañeros que cayeron defendiendo nuestra soberanía en Malvinas», completó Núñez.

Domingo José Leal, cabo maquinista, relató a Telam que fue en comisión al crucero Belgrano y le tocó ser telefonista en calderas, donde cubría guardias de 8 a 12: «Yo siempre digo que estamos vivos porque todo lo que nos enseñaron lo pusimos a prueba en ese momento», resaltó.

Leal sostuvo: «Nos tocó vivir una tragedia heroica frente a un enemigo implacable como el imperio británico que nos vino a robar nuestra soberanía; estamos orgullosos de ser parte de esta pequeña gran historia de la Argentina. Nosotros, pero sobre todo nuestros 323 héroes que dejaron la vida y por ellos siempre también a sus familias».

«Hoy no soy el mismo que navegó por este mismo lugar hace 40 años, con el tiempo fui aprendiendo y comprendiendo más cosas; hoy estoy acá orgulloso de mi familia, de mis hijas y de mis nietos y por nuestro país porque cuando nosotros ya no estemos va a haber jóvenes que cuenten esta historia», enfatizó.

El veterano indicó que la primera vez que tuvo miedo fue cuando se cortó la luz después del primer impacto: «Nosotros estábamos en un dormitorio tres cubiertas por debajo de la principal y con uno que enseguida prendió una linterna enseguida nos empezamos a organizar para empezar a subir ordenadamente», relató.

«Una vez en la cubierta principal el miedo se convirtió en acción, porque cada uno sabía hacia dónde tenía que correr para llegar a su posición de combate, aunque inmediatamente se dio la orden de abandono y nos quedamos con el sinsabor de no poder apuntar hacia algún enemigo para devolver el ataque», añadió.

El maquinista señaló: «El primer herido que encontré fue Julio Zapata, que hoy es abogado y vive en Necochea. El buque ya estaba escorado y él estaba muy quemado; yo me agarré del buque y lo sostuve mientras se inclinaba el crucero hasta que pude llevarlo para que lo embarquen en una balsa».

«El mar estaba todo empetrolado y el viento nos metía agua helada en las balsas todo el tiempo, remamos para separarnos del buque y cuando empezó a oscurecer las olas se pusieran más bravas; empezamos a charlar entre nosotros porque muchos no nos conocíamos, curamos a nuestros heridos con lo que teníamos, repartimos las raciones, cantamos el Himno y esperábamos que nos rescaten», describió.

«De lo que nos gusta hablar es de los valores que nos dejó esa experiencia: la camaradería, la amistad, el respeto, y la importancia de aprender e incorporar conocimientos. La Causa Malvinas es una lucha por nuestra soberanía que trasciende el aspecto bélico», finalizó Leal.

José María Gómez, conscripto clase 62, contó a Télam: «Yo prestaba servicio en artillería, nosotros ya teníamos un año de instrucción y a mí ese día me tocaba tomar la guardia a las 16; estaba en la torre 2 de proa cuando escuchamos un golpe seco contra el buque que comenzó a inclinarse mientras se cortaba la luz».

Gómez relató que «empezamos a salir hacia la cubierta principal y cuando lo logramos nos dimos cuenta de que al buque le faltaban los 15 metros de la proa; fuimos por otra salida y ahí me encontré con otros compañeros empetrolados y heridos; se empezaron a bajar las balsas y con mucho orden se fue abandonando el buque; mi balsa ya estaba en el mar y se me aleja unos metros, cuando se acercó me tiré adentro y empezamos a remar porque golpeaba contra el caso y se podía desgarrar».

«Después de 30 horas de supervivencia llevadas adelante con mucho compañerismo, ser recatados fue como volver a vivir. Nos llevaron primero a Ushuaia y después a Puerto Belgrano, desde donde nos mandaron por ocho días a nuestras casas donde nuestras familias sabían más de lo que pasaba por los diarios que nosotros que estábamos en acciones bélicas», añadió.

El veterano remarcó: «Cuando volví mi familia y mi barrio estaban igual que cuando me fui; alguno me preguntaba pero nada más. Al tiempo, como ya no sabían qué hacer con nosotros en Puerto Belgrano, nos mandaron a todos a los destinos más cercanos a nuestras casas y a mí me tocó terminar la conscripción en el Centro Atómico Ezeiza como auxiliar hasta el 14 de julio, cuando me dieron la baja».

«Esta es la primera vez que regreso a este lugar, yo pensaba participar de otro acto pero cuando surgió esta propuesta mis compañeros estuvieron de acuerdo en que yo cumpla este rol; fue un orgullo también haber compartido el domingo, en el mismo viaje, en San Julián, el homenaje a los caídos de la Fuerza Aérea», resaltó.

«Queremos rendir el homenaje a nuestros camaradas que quedaron acá y a sus familias, y que estén con nosotros el jefe de la Armada y el ministro de Defensa en este acto también es muy importante para sostener la causa de Malvinas», completó Gómez.

Junto a Núñez, Leal y Gómez también embarcó en el rompehielos Alberto Deluchi Levene, quien formó parte de la dotación del «Belgrano» como médico de la tripulación. Los cuatro encabezaron el homenaje junto al ministro de Defensa, Jorge Taiana, y embarcaron flores para que todos los presentes en el homenaje pudiesen arrojar una ofrenda al mar.

Fuente: Télam