América Latina despide a Quino, maestro de generaciones de viñetistas

Artistas de Chile, Colombia, México y Brasil destacan la influencia que el argentino tuvo en sus carreras profesionales
No hay dudas de la influencia de Quino en Argentina, el país donde nació y trabajó. Pero tal vez no sea tan claro que también se ha derramado por toda América Latina al menos desde los años sesenta, cuando Mafalda llegaba a las capitales de países como México, Colombia, Chile, Ecuador o Brasil bajo el brazo de algún exiliado de la dictadura militar que gobernaba en Buenos Aires. El día de su muerte, a los 88 años en su casa al pie de los Andes mendocinos, nueve artistas recuerdan cómo marcó sus carreras y describen las particularidades de su humor sin fronteras. “Quino nos influenció a todos en América Latina”, resume Laerte Coutinho, de 69 años, una de las humoristas gráficas más destacadas de Brasil.

Laerte Coutinho aprendió a leer español con Mafalda, de la misma manera que aprendió francés con Astérix. “Conocí la obra de Quino en los años sesenta y quedé maravillada. Tenía 17 o 18 años”, cuenta al teléfono la artista. “Su trabajo es de esos tan originales que cualquiera lo reconoce automáticamente, con una simple mirada”. La artista diferencia a Mafalda de las viñetas de crítica estadounidenses o el humor francés. “Quino nos enseñó que es posible tratar los problemas de la sociedad y, a la vez, retratar nuestro entorno, el tipo de la panadería, el vecino, los amiguitos de nuestros hijos”, dice Laerte, refiriéndose a los personajes de Mafalda. “Es difícil encontrar quien logre construir un paralelo como ese”.

Trino Camacho, uno de los caricaturistas más importantes de México, atribuye la universalidad de Quino a su capacidad para conectar algo muy local (como la realidad porteña de Mafalda) con unas preguntas sin nacionalidad. “Trataba temas que son filosóficos del ser, logró crear unos personajes que hoy, en 2020, aun nos representan”, dice. El caricaturista mexicano recuerda que los libros de Quino llegaron a su país a finales de los años sesenta, cuando unas pocas librerías importaron las ediciones argentinas. “Cuando lo leí me di cuenta: esto es lo que yo quiero hacer,” recuerda. “Quino era nuestro Gabriel García Márquez. Yo creo que es el monero más influyente y el más grande de toda latinoamérica”.

El chileno Guillo –Guillermo Bastías Moreno–, coincide en que Quino marcó un camino a seguir para varias generaciones: “Lo conocí estudiando arquitectura y descubrí una forma de humor inteligente que me cautivó. Así fui abandonando la arquitectura y amando el oficio de dibujante”, dice. Amigo de Quino desde los tiempos en que el chileno trabajaba en la revista Apsi, opositora a la dictadura de Augusto Pinochet, confiesa su pena por la muerte de “una persona buena y talentosísima” que tocaba “temas fundamentales de la existencia humana”, dice.

El ilustrador chileno Saúl González, de la exitosa historieta chilena ‘Condorito’, publica para EL PAÍS una viñeta en homenaje a Quino.
El ilustrador chileno Saúl González, de la exitosa historieta chilena ‘Condorito’, publica para EL PAÍS una viñeta en homenaje a Quino.SERGIO GONZÁLEZ
Para Guillo, autor de libros como Pinochet ilustrado, el argentino fue un personaje fundamentalmente político, «pero de la alta política, no partidista, sino interesado en responder preguntas como ‘¿Somos felices?’, que es la esencia del humor gráfico. Quino era un político de fuste”. Y destaca dos cualidades técnicas en su trabajo: “Mezclaba el talento del texto y del dibujo, lo que no es habitual”. Alguna vez, en alguno de sus encuentros en Buenos Aires, Guillo le preguntó por qué en sus libros de humor dibujaba un salón con una viejita en medio de muebles de estilo arabesco, murales, lámparas, un escenario medio versallesco y el humor lo dejaba aislado en un vértice de su hoja. Quino se quedó pensando y mirando el horizonte, mientras el chileno se mantuvo en silencio esperando la respuesta del maestro. “¿Sabes?”, contestó el autor de Mafalda, “como dicen ustedes los chilenos: ‘Lo hago así de huevón, no más”.

Quino fue también una figura potente en Colombia, país que, como contó alguna vez su editor Daniel Divinsky, fundador de Ediciones De La Flor, “tiene el honor de haber sido el pionero en la piratería de Mafalda”. El humor del argentino llegó al país andino oficialmente con el diario El Tiempo entre 1972 y 1973 y desde entonces fue guía de dibujantes e ilustradores. “Además de Mafalda, que sigue siendo el personaje más relevante de la clase media latinoamericana en los medios impresos, en Colombia también tuvieron impacto los libros temáticos de Quino”, dice Pablo Guerra, ilustrador y editor de Cohete Comics.