La carne se mira y no se toca

La carne vacuna pasó a ser un producto suntuario: en lo que va del año aumentó cerca del 20 por ciento, mientras sigue bajando el nivel de consumo. Es uno de los factores que más influyen en la inflación: en estos dos meses, la canasta básica de alimentos ya acumula una suba del 7,57

El precio minorista de la carne vacuna acumula una suba de alrededor de un 20 por ciento en lo que va del año y es uno de los factores que más tracciona a la inflación este año. Lo paradójico es que este encarecimiento de la carne se produjo al tiempo que las estadísticas del sector registran el peor nivel de consumo para un mes de enero desde el inicio de la serie, en 1958. A nivel histórico, el consumo de carne vacuna muestra una tendencia a la baja, aunque la actual crisis hizo que se ubique por debajo de los peores años del último tiempo. Para colmo, ganaderos advierten que la carne no subió todavía lo necesario para recuperar su precio en dólares, es decir que la devaluación aún no se trasladó enteramente a los precios internos. En cambio, vienen aumentando las exportaciones del sector (ver aparte).

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Los números del Indec marcan que los precios de los cortes de carne más consumidos (asado, carne picada común, paleta, cuadril y nalga) subieron en enero alrededor de un 7 por ciento mensual y las consultoras estiman que en febrero los precios crecieron todavía un poco más. Fuentes del supermercadismo consultadas por PáginaI12 detallaron que el precio de la media mes estaba en 62 pesos en febrero de 2018, subió a 94 pesos en diciembre pasado y que ahora cotiza 120 pesos. Es un aumento acumulado del 93 por ciento que impacta en el centro de la alimentación popular.

Para Alberto Williams, de la asociación de propietarios de carnicerías en la Ciudad de Buenos Aires, “desde comienzos de diciembre los aumentos en las carnicerías llegan al 40 por ciento, ya no se puede vender. Teníamos el kilo de milanesa a 200 pesos y ahora a 300, ya no está al alcance, un jubilado no tiene chance de comer carne”.

“Los aumentos en el precio de la carne son el efecto atrasado de la fuerte devaluación del peso en 2018 y del cambio de precios relativos. En términos relativos, la carne vacuna estaba atrasada frente al dólar. Lo que pasa es que la carne no es como la soja, que tiene un traslado inmediato del tipo de cambio sobre el precio interno. En la carne también juega la demanda interna, que está en un nivel muy bajo”, explicó a este diario Javier Rodríguez, economista especialista en temas agropecuarios.

Las entidades ganaderas relacionan la suba de precios no sólo a la devaluación sino también a factores climáticos que redujeron la oferta y advierten que todavía falta trasladar parte de la devaluación al precio interno. El último informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra), marca que “entre enero de 2018 y enero de 2019 la baja del promedio general –del precio medido en dólares de la hacienda en el mercado de Liniers– fue de 14,6 por ciento”. Los ganaderos también se quejan de la suba del precio del maíz con el cual alimentan a las vacas. 

Si los precios de la carne en el mercado interno no subieron más es porque el principal perjudicado de la política económica de Cambiemos es el salario. La Ciccra, que reúne a los frigoríficos, midió que el consumo per cápita de carne vacuna en enero equivalió a 49,9 kilos anuales. Si se integra ese dato con la serie del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) se concluye que se trata del peor valor desde enero de 1985 (98,4 kilos). Si bien los datos de la Ciccra y del Ipcva no coinciden completamente, tampoco tienen diferencias mayores a un kilo, con lo cual son comparables. El dato de enero pasado está 10 kilos por debajo de enero de 2018 y de enero de 2015 y 3 kilos menos que en 2011, cuando una disparada de precios redujo el consumo y lo ubicó en el piso de la serie. En enero de 2002, el consumo de carne vacuna equivalió a 61 kilos anuales.

La consultora D’Alessio IROL junto a Berensztein calcularon que el 71 por ciento de los consumidores redujo la compra de gaseosas ante el derrumbe del salario que queda disponible luego de afrontar gastos indispensables. En segundo lugar quedó la carne, con el 69 por ciento de los encuestados.

Para los economistas de Cambiemos, el hecho destacable de la política ganadera es el aumento de las exportaciones. Hace dos semanas, Lucas Llach, ex vicepresidente del BCRA, y Miguel Braun, viceministro de Hacienda retuitearon un hilo que decía “La magia de abrir mercados y no molestar: después de haber crecido 20 por ciento en 2016 y 30 por ciento en 2017, las exportaciones de carne crecieron 80 por ciento en 2018. ¿Y gracias a esto ahora la carne está muy cara? No, contra una idea muy difundida, la carne parece comportarse como un bien no transable”. Estaba acompañado por un gráfico titulado “La carne está más barata que en 2015”. En el gráfico se compara el precio de la carne con el resto del índice de precios al consumidor, sin tener en cuenta la evolución salario real.