Desbloqueados

Hay otros aspectos que son mucho más importantes. Quisiera señalar tres. Primero, que se haya desafiado con éxito el bloqueo estadounidense que impedía la llegada de todo tipo de productos -desde alimentos y medicinas hasta repuestos para los trenes del metro de Caracas y combustible- a la bloqueada y agredida República Bolivariana de Venezuela es un triunfo mayúsculo para el gobierno de Nicolás Maduro y un sonoro revés para la Casa Blanca. Máxime si se tiene en cuenta que navíos de la Cuarta Flota llevan un par de meses patrullando la zona del Gran Caribe y podrían fácilmente haber interceptado ese buque, cosa que no hicieron. Habrá que ver por qué, pero lo concreto es que no lo hicieron.

Segundo, que quien logró burlar la prohibición de Washington haya sido la República Islámica de Irán, otro país también sometido a crueles sanciones por la Casa Blanca que a comienzos de este año había ordenado el asesinato del general Qasem Soleimani, una de las principales figuras del gobierno iraní. Crimen que el sicariato mediático mundial, ese que oculta todas las fechorías del gobierno de Estados Unidos y que calla con impudicia ante el lento asesinato de Julian Assange en Londres, apenas si registró y mucho menos se preocupó por analizar y divulgar.

Tercero, queda por verse qué ocurrirá con los otros cuatro tanqueros que están en camino. Es evidente que la Administración Trump revirtió su postura inicial y sus amenazas quedaron en eso, fanfarronadas típicas de un personaje gangsteril, que se cree el mesías llamado a reconstruir con sus modales de matón de barrio la perdida supremacía que supo tener Estados Unidos desde la desintegración de la Unión Soviética hasta los atentados del 11 S del 2001. Un sociópata que causó unas cien mil muertes a su propio pueblo con su mezcla de ignorancia y prepotencia puestas de manifiesto ante la pandemia de la covid-19 y que en menos de seis meses se juega la reelección en medio de una depresión económica peor que la de los años treintas.

Pero es obvio que la historia no ha concluido. Habrá que ver qué ocurre con los otro cuatro tanqueros. Parece poco probable que un Trump acosado por gravísimos problemas domésticos ordenara detenerlos, atacarlos o hundirlos, porque se configurarían gravísimos hechos de guerra preñados de imprevisibles consecuencias que dañarían aún más sus menguantes chances de ser reelecto el próximo 3 de noviembre. Las encuestas electorales más serias lo dan entre 5 y 6 puntos detrás de un candidato tan anodino como Joe Biden, y todo indica que este rezago va a acrecentarse a medida que la situación interna de Estados Unidos continúe deteriorándose. Por otra parte las amenazas de Trump fueron respondidas con contundencia desde Teherán. El presidente Hassan Rohani advirtió a Washington que su país no permanecería indiferente ante cualquier “problema” que se presentara en la travesía hasta Venezuela. En una declaración inusualmente fuerte dijo que “si los estadounidenses crean problemas para nuestros tanqueros en las aguas del Caribe o donde sea en el mundo nosotros reciprocaremos y les crearemos problemas a ellos. Tenemos un derecho legítimo a defender nuestra integridad territorial y nuestros intereses nacionales, y esperamos que los estadounidenses no cometan un error.”