Felices Irresponsables

aldo portugal

periodista - conductor de radio y tv - productor de eventos - community manager -

Que desnuda la pandemia en cada individuo y que derecho se hace real.

Los Rasgos de la Pandemia

Por: Aldo Portugal

La humanidad jamás vivió una situación así. Un problema común a todos y una indefensión prácticamente total.

Tal vez, algunos estallidos sociales que la historia nos dió en distintas épocas, guerras en distintos continente, pujas de poder que terminaron por perjudicar a unos y otros, pero jamás una guerra común a todos y no entre seres humanos; sino contra la especie humana.

Nada nos acercó más a la unificación de las acciones entre seres pensantes, nada nos puso frente a lo ignorante que podemos llegar a ser, para enfrentar lo que todavía nos enfrenta con tanto poder y que ni siquiera alcanzamos a ver.

Es ahí donde comenzamos a descubrirnos, quienes somos individualmente y hasta donde van nuestras limitaciones para ser empáticos y descubrir el servicio común a todos. Es aquí donde desnudamos nuestras miserias y flota libre, el yo y después, también yo. Es aquí donde sin darnos cuenta mostramos nuestras miserias humanas. Soberbios, irrespetuosos, superficiales, ingratos, irreverentes y hasta un poco anarquistas.

Establecernos como comunidad y no ser capaces de concebir el respeto al otro, es cuando los rasgos de la pandemia fluyen como agua de desechos.

Que hacen para cuidarnos?

Porque no lo hicieron antes?

Porque no tengo que hacer esto o aquello?

Quienes se creen que son?

A mí nadie me dice lo que tengo que hacer

Que se meten en mi vida

Si no les gusta, que se la banquen

Estoy en mi casa, hago lo que quiero

No me va a pasar nada

Son algunas de las frases que abundan, no solo en la Argentina, sino en el mundo. Las diferencias de conceptos hacen que cada individuo tome posiciones diversas ante las disposiciones tomadas por los gobiernos a los que pertenecen.

¿Pero, estas normas son nuevas en sus formas o solo son las normas a las que no estamos acostumbrados a vivir o respetar, aun estando?

Renegamos de tener que estar encerrados por resguardo, renegamos de no poder visitarnos, renegamos de no hacer lo que se nos plazca, renegamos del vecino que sube los volúmenes de la música hasta aturdirse, renegamos de los controles, renegamos de la falta de controles, renegamos… renegamos…renegamos y volvemos a renegar.

A partir de allí, nos damos cuenta cuantas cosas hace el otro y cuántas cosas hacemos nosotros, nos ponemos en observadores y nos sentimos observados, nos molesta lo que vemos y nos molesta si nos ven, no alcanzamos a comprender nuestras diferencias y no entendemos porque no nos comprenden los demás.

Perdimos el foco y lo centramos entre nosotros, cuando el foco es común a todos y está fuera de nosotros, es la lucha a la que todos debemos hacerla común y no individual, confinarnos a un encierro saludable (aunque parezca incongruente), no exponernos a  un virus que no distingue raza ni condición económica,  un virus que nos pone a todos en un mismo lugar, frente a él y no frente a frente entre nosotros.

No se trata de yo puedo o no puedo, él debe o no debe, el quiero o no quiero, se trata de ser respetuosos del otro y su decisión de cuidarse. Y es aquí el dilema, por más que decidamos no cuidarnos y ser el imbécil anarquista o peor aún, por imbéciles anarquistas, ser irrespetuosos con el resto, esto no nos da el derecho de hacer lo que se nos plazca, todo por el contrario, con nuestros actos  otorgamos todo el derecho al otro a hacernos entender que estamos en una senda totalmente errada, porque sin dudas el que elige cuidarse, no lo eligió por su propia subsistencia, lo hizo por amor a los suyos.

Si decidimos ser imbéciles, porque no nos importa el otro y cuando digo el otro, no solo me refiero al policía, enfermero, médico, gobernante y no solo ellos, sino también a nuestros amigos, compañeros de trabajo, vecinos y en el otro también, nuestros hijos, padres, pareja, etc…, entonces, no nos enojemos si nos exponen como “felices irresponsables ” con el título de imbéciles.

Estamos aprendiendo de algo que nunca vivimos, pero tenemos que mirarnos y saber que el otro también necesita de nosotros, pero no arriba de ellos, sino todo lo contrario, respetando su decisión de cuidarse y cuidarnos; en paz, con tranquilidad, y si es necesario en silencio, porque como nos enseñaron nuestras madres y padres, solo tendremos respeto, si respetamos.-

Hasta que el otro sea yo, no sabremos cómo ser el otro.

Aldo Portugal