Bolsonaro tiene un «tsunami» bajo el brazo

En su peculiar manera de expresarse, Jair Bolsonaro anunció el viernes 10 que esta semana podrá traer para el gobierno y, como consecuencia, al país, un «tsunami». No dio ninguna pista de cuándo, cómo y dónde aparecería la ola devastadora, pero aseguró que su gobierno sabrá enfrentarla.

 A punto de cumplir los cinco primeros meses más tumultuosos de un gobierno en la historia de la república brasileña –o sea, de los últimos 130 años–, las palabras del ultraderechista presidente reforzaron el clima de profunda incertidumbre en que el país vive desde el primer día de 2019.

 En esos casi cinco meses su popularidad se desplomó con fuerza, desgastando de manera palpable las expectativas de uno de los sectores que más apostaron en su gestión, la banca y el mercado financiero.  

 Las proyecciones para el desempeño de la economía, que en enero preveían un crecimiento de 2,5 por ciento del Producto Interno Bruto, ahora señalan una expansión que, en la más optimista de las hipótesis, será de 1,5 por ciento. 

 En las últimas semanas se agudizaron de manera preocupante los conflictos entre dos sectores del gobierno, el integrado por los militares y el llamado «ideológico», que obedece al astrólogo autodenominado filósofo Olavo de Carvalho, residente en Richmond, en el estado norteamericano de Virginia. Entre otras delicadezas, Carvalho clasificó al general retirado Santos Cruz, que ocupa la secretaría-general de Gobierno, como «bosta engominada». La escalada de groserías disparadas por el astrólogo contra el núcleo militar del gobierno es ampliamente reforzada por uno de los hijos del presidente, el concejal de Río de Janeiro Carlos Bolsonaro, quien controla las redes sociales del padre. 

 Reunidos con el presidente, los militares de más alto rango que integran el gobierno presionaron para que ponga un punto final a las agresiones. Bolsonaro, sin embargo, dejó clara su admiración por el astrólogo e indicó que su hijo tiene libertad para expresarse.

 El creciente malestar sería, por lo tanto, una de las razones del eventual «tsunami» anunciado: un abandono colectivo de los casi doscientos militares que ocupan puestos destacados en los más variados niveles del gobierno.

 Ocurre que las fuerzas armadas, acorde a analistas, se encuentran en una especie de callejón sin salida. Pese a los beneficios obtenidos durante los gobiernos anteriores, principalmente en los dos mandatos de Lula da Silva (2003-2010), respaldaron la candidatura del ultraderechista para poner un fin al período en que la izquierda gobernó el país.  

  Esperaban poder funcionar como fuerza de contención a las actitudes voluntaristas de Bolsonaro. Ya se han dado cuenta de que tal misión es imposible. Abandonar el gobierno sería dar inicio a un período de inestabilidad cuyas consecuencias son imprevisibles.

 Otro frente del «tsunami» anunciado podrá surgir mañana 15, cuando están previstas manifestaciones por todo el país para protestar contra el corte del presupuesto destinado a la educación. 

Acorde a las dimensiones de la protesta, podría ser el punto de partida para una secuencia de actos contra el gobierno que en cinco meses no reveló ninguna iniciativa destinada a superar la crisis que acosa a los brasileños.

Hay, en todo caso, otras posibles causas del «tsunami» previsto.

La absoluta falta de una articulación eficaz con el Congreso llevó el gobierno a sufrir una serie de derrotas la semana pasada. 

Para esta semana se anuncia un panorama preocupante. Entre otros temas en votación está, por ejemplo, la reestructuración de los ministerios, adoptada por Bolsonaro por la vía de un decreto presidencial que requiere aprobación del Congreso antes del tres de junio, o perderá su validez. 

También existe la expectativa sobre las investigaciones que involucran al senador Flavio Bolsonaro, hijo más viejo del presidente, cuyas cuentas bancarias fueron examinadas dejando claro una serie de maniobras altamente sospechosas. Nuevas revelaciones sobra el tema provocarán seguramente un «tsunami», ya que sus otros dos hijos se encuentran bajo investigación.

La virtual parálisis del gobierno, por su vez, provoca un grave desgaste en la opinión pública. La acentuada caída de la popularidad de Bolsonaro, inclusive entre sus electores más convictos, alcanza de manera directa a los militares que integran su gobierno. 

La tensión creciente indica que la perspectiva de un «tsunami» es palpable. Queda por ver cuándo ocurrirá.

Desde Río de Janeiro