El Estado Islámico abre sucursal en el Congo

El grupo yihadista funda otra «provincia» de su pseudocalifato llamada «África central» gracias a una sangrienta milicia cuya presencia impide sofocar la epidemia de virus del ébola, que deja ya más de 900 muertos

Pareció un ataque más de los que hay a diario, con muertos anónimos que pasan a engrosar una lista que hace tiempo que superó los cinco millones de fallecidos en dos décadas bajo el epígrafe «Víctimas de la guerra del Congo». Sucedió el pasado martes, cuando un grupo rebelde entró en una base militar congoleña y mató a ocho soldados. La sorpresa vino cuando Amaq, la agencia que comunica las atrocidades del Estado Islámico en todo el mundo, reivindicó el asalto y habló del país africano como una «provincia» más de su califato llamada «África Central».

Tras la reciente victoria militar sobre lo que quedaba de aquel territorio controlado por los milicianos de Al Bagdadi en Siria e Irak, la serpiente yihadista parece haber encontrado otros frentes en los que sentirse fuerte de nuevo. El este del Congo, un estado fallido cuya capital, Kinshasa, está a 1.600 kilómetros de distancia, parecía uno de los candidatos más firmes. Hasta su presidente, Felix Tshisekedi, ya advirtió de que el terreno estaba abonado: «La derrota del Estado Islámico en Siria e Irak podría llevar a que este grupo se instalara en África y se aprovechara de la pobreza y el caos generalizado». Así ha sido.

El cuerpo en el que se ha expandido el parásito salafista es el de las Fuerzas Democráticas Aliadas o ADF por sus siglas en inglés, un grupo rebelde de origen ugandés y carácter yihadista que no tiene nada de democrático. Se trata de una de las milicias más sanguinarias de las 30 existentes en Kivu Norte y Kivu Sur, una de las áreas más inestables del planeta, pero también de las más ricas en minerales de sangre, de ahí la presencia de estos grupos en las zonas mineras. Hasta han adoptado como símbolo la shahada, la profesión de fe en el islam que usa la matriz de Oriente Próximo.

EN LA ZONA ROJA DEL ÉBOLA

Para completar el puzle, falta añadir que la zona en la que el Estado Islámico reivindicó el ataque está afectada por el gran brote de ébola que aún ha sido imposible sofocar. La presencia de esta milicia explica, en parte, la frustración de los trabajadores humanitarios y epidemiólogos al no poder acceder a determinadas zonas rojas en manos del grupo donde las líneas de contagio del virus avanzan sin control. Con casi 1.000 muertos y 1.400 contagiados, el epicentro se desplazó desde Mangina, en zona rural, a la ciudad de Beni, y ahora a Butembo, 50 kilómetros al sur de Beni, zona bélica en la que ADF ha dejado enormes fosas comunes llenas de civiles muertos en ataques sin agenda política alguna.